Hoy, los marabinos seguidores de la buena gaita y sus grandes intérpretes, están recordando que hace un par de años se apagó la voz de una de las más insignes cantantes femeninas como lo fue la siempre eterna reina del ritmo zulino: Gladys Vera.
Su voz marcó un hito en la interpretación del género pascuero marabino y cada una de sus gaitas se convirtieron en leyenda del folklor regional, pues con ellas tocó la esencia de la fibra humana en diversas facetas.
Le cantó a la mujer, al Lago, a la vida, a la juventud, al amor, a la Navidad, en fin, a todo cuanto generara emociones y sentimientos sellando una prolífera etapa en el canto zuliano que, gracias a su gran aporte, es hoy Patrimonio Nacional.
El perfil de la cantante
Sonríe con más pureza que nunca. A los pies de su amada Madre, Gladys Vera ascendió la tarde de ayer para engalanar, con infinita alegría, al coro de ángeles que cantan himnos santos para la Virgen María y su Hijo Dios.
“Cuando canto a la Virgen siento una elevación que no sé explicar, es Ella la que conduce mi cantar”, decía Gladys Mercedes Vera Mora, la cantante femenina más reconocida del género gaitero, al consagrar su vida y su prodigiosa voz únicamente a la gaita zuliana, por ello se ganó de sobra la designación de Sempiterna Reina de la Gaita, entre sus colegas intérpretes del ritmo pascuero, los mismos que, junto a sus dos hermanos, su madre, esposo, familiares y amigos, hoy lloran su partida tras varios días en los que luchó contra una infección respiratoria en la UCI del Hospital Clínico.
La voz mezzosoprano de “Amor marginal” nació el 4 de julio de 1949 en el sector La Hoyada, donde hoy se encuentra la tienda Enne, al final de la avenida Bella Vista, donde estaba para la fecha de su infancia, la hidrológica de Maracaibo, contó su hermano mayor Miguel Mora, por lo que siempre veían pasar a los aguadores en burro, llevando las latas de agua para repartir de casa en casa.
“En los alrededores habían muchos árboles en los que jugábamos a montarnos”, rememoró con nostalgia su hermano menor Oswaldo Vera y añade: “La mayor travesura de Gladys, por ser siempre tan coqueta, era esperar que mamá se durmiera para robarle los zapatos e ir caminando por toda la casa”.
“Nuestra madre fue madre y padre a la vez, ayudaba a cocinar y a atender el restaurante de un pariente para levantarnos como familia. Por eso todos los integrantes del grupo Santanita conocen las famosas macarronadas de Margarita, mi madre”, detalló su hermano Miguel, quien vivió con Gladys hasta sus últimos días. “A mí me tocó trabajar desde joven para contribuir con los estudios de mis hermanos, que estudiaron en el colegio La Merced. Luego fundamos juntos el conjunto Santanita, que primero se llamó Santa Canoíta, en los que Gladys fue primero furrera y luego cantante, alternado con peluquería en sus inicios, por eso siempre iba a todas partes impecablemente peinada”.
Su voz era una “Fuente divina”, como la canción que interpretaba en honor al Lago. Difícil es pensar que sus inicios en la gaita fueron tocando otro instrumento que no fueran sus cuerdas vocales.
“Ella me contó que nunca nadie le dijo como tocar el furro. Que ella prestaba atención en la televisión y como lo hacían los demás, comenzó a darle con la mano izquierda y le salió”, contó la anécdota su amiga y comadre Marina Salas.
“Nosotros sabíamos que cantaba bello porque lo hacía siempre en las veladas familiares. Pero no fue sino hasta un día que faltó la vocalista Raiza Portillo al grupo Santanita, en 1966, y probamos con ella —añadió su hermano Miguel—. Y desde entonces más nunca dejó de cantar”.
León Magno Montiel, periodista con larga experiencia en la historia de la gaita explica el despunte del éxito de Gladys Vera: “En 1973 pegó el tema Yo soy la gaita, en 1974 logró el primer premio en el Festival de Gaitas Virgilio Carruyo, con el tema Mi orgullo, de Astolfo Romero. Comenzó así, su saga de triunfos. Le siguieron gaitas de gran calidad, como Estampas, también de Astolfo”.
Y en 1976, Amor marginal, la danza de Víctor Hugo Márquez, que por su contenido social fue varias veces censurada en Venevisión.
“Con esa se consagra –expuso Montiel-. Pero ese mismo año graba uno de sus temas también muy relevante: La antorcha, de la autoría de Simón García, una sublime protesta contra la antigua planta El Tablazo ubicada en los Puertos de Altagracia, un complejo petroquímico altamente contaminante, que luego, en 1999, el Gobierno Bolivariano comenzó la recuperación y modernización para garantizar procedimientos ecológicos”.
A finales del año 1979 Gladys es diagnosticada de lupus. Sus colegas del mundo gaitero le realizaron un homenaje, liderado por Henry José Chirinos. Ricardo Portillo le compuso el tema Mis gratos recuerdos.
Su patología se hizo estacionaria gracias a su inquebrantable fe y a su vida sana, pues no tomaba, no se trasnochaba y era estricta a la hora de tomar sus medicamentos. Así pudo seguir su carrera. Junto a Neguito Borjas grabó un tema romántico titulado Cuando el amor se va. Otro tema de amor exitoso fue Mi entrega, compuesto por Ricardo Portillo, en 1991 con Maragaita. Al año siguiente pasó a Cardenales del Éxito y en su primera temporada con esa divisa graba Fuente Divina, una danza con letra es de Jesús Rizo y la música de Jorge Luis Chacín, que no deja de conmover a nadie ante el problema de contaminación del Lago.
“Quizá por la enfermedad o hasta antes de ella, Gladys era la consentida de todos los gaiteros, en el sentido de que la cuidaban mucho en cada presentación. Y, por supuesto, su mayor cuidador y eterno novio, es su esposo Fernando Calzadilla, militar retirado, que siempre estaba a su lado atento de sus cuidados, con quien vivía en la urbanización El Naranjal”, testifica su amiga Marina Salas, quien agrega que la fe era un punto característico de Vera.
“La forma como se enamoraron siempre la cuenta Fernando —añade Marina—, y fue en el Hospital Militar de Caracas. Él conocía a su hermano menor Oswaldo Vera, y como su mamá estaba hospitalizada allí, fue a visitarla, y en vez de ver a la señora, lo primero que vio fue a Gladys y su belleza”.
En una entrevista a PANORAMA, Vera reconoció que lo más difícil que le tocó enfrentar en la vida no fueron las enfermedades, sino su divorcio (con el primer esposo) y el no poder tener hijos a causa del lupus: “Son cosas que dolieron en su momento, pero Dios me enseñó que los hijos no son lo único en la vida que da la felicidad. Sino tenerlo a Él y a la Virgen en el corazón”.
Desde entonces Gladys Vera se convirtió en testimonio de vida para los gaiteros. Jesús Terán Chavín, su gran amigo en el mundo gaitero, cuenta con orgullo que luego de su crisis, aprendió a decir por Gladys Vera: “Soy un hombre nuevo y feliz”.
“Que mi Dios y la Virgen te cubran con su manto mi amor” era siempre su frase de despedida con sus familiares y amigos —recuerda con nostalgia su amiga Marina—. A veces cuando la llamaba a su casa me decía que iba a hacer su rosario antes de salir y siempre iba a misa”.
“Quizá por la enfermedad o hasta antes de ella, Gladys era la consentida de todos los gaiteros, en el sentido de que la cuidaban mucho en cada presentación. Y, por supuesto, su mayor cuidador y eterno novio, es su esposo Fernando Calzadilla, militar retirado, que siempre estaba a su lado atento de sus cuidados, con quien vivía en la urbanización El Naranjal”, testifica su amiga Marina, quien agrega que la fe era un punto característico de Vera.
“La forma como se enamoraron siempre la cuenta Fernando –añade Marina-, y fue en el Hospital Militar de Caracas. Él conocía a su hermano menor Oswaldo Vera, y como su mamá estaba hospitalizada allí, fue a visitarla, y en vez de ver a la señora, lo primero que vio fue a Gladys y su belleza”.
En una entrevista a PANORAMA, Vera reconoció que lo más difícil que le tocó enfrentar en la vida no fueron las enfermedades, sino su divorcio (con el primer esposo) y el no poder tener hijos a causa del lupus: “Son cosas que dolieron y en su momento eché mi lagrimita, pero Dios me enseñó que los hijos no son lo único en la vida que da la felicidad. Sino tenerlo a él en el corazón”.
Desde entonces Gladys Vera se convirtió en testimonio de vida para los gaiteros. Jesús Terán Chavín, su gran amigo en el mundo gaitero, cuenta con orgullo que luego de su crisis, aprendió a decir por Gladys Vera: “Soy un hombre nuevo y feliz”.
“Que mi Dios y la Virgen te cubran con su manto mi amor”, era siempre su frase de despedida con sus familiares y amigos –recuerda con nostalgia su amiga Marina-. A veces cuando la llamaba a su casa me decía que iba a hacer su rosario antes de salir y siempre iba a misa”.
“El maestro Juan Belmonte, talentoso saxofonista y director de orquesta escribió para ella La suite gaitera que tituló GladysPerpetuum, una oda a su extenso repertorio como solista –recuerda el cronista gaitero León Magno Montiel-. Se estrenó en el Teatro Bellas Artes el 4 de noviembre de 1994”.
“Luego de eso ella decía que lo único que le faltaba grabar en su vida era ese concierto en CD –contó su hermano Miguel-, así como le hubiera gustado cantar con Ilan Chester, a quien admiraba por las hermosas letras de sus canciones”.
Esa fue una pequeña apertura que pudo avizorar a otros géneros como la balada, porque aunque muchas propuestas tuvo,Gladys solo quiso cantar gaitas y quedarse en su lar.
“Los productores me querían lanzar con un estilo tropical romántico al estilo de Tania, pero dije de una vez que no –contó en una entrevista a PANORAMA en el año 2011-. La gaita es mi vida y me ha ayudado a salir adelante con mi enfermedad. Jamás cantaría otra cosa que no fuera gaita”.
“Quizá por la enfermedad o hasta antes de ella, Gladys era la consentida de todos los gaiteros, en el sentido de que la cuidaban mucho en cada presentación. Y, por supuesto, su mayor cuidador y eterno novio, es su esposo Fernando Calzadilla, militar retirado, que siempre estaba a su lado atento de sus cuidados, con quien vivía en la urbanización El Naranjal”, testifica su amiga Marina, quien agrega que la fe era un punto característico de Vera.
“La forma como se enamoraron siempre la cuenta Fernando –añade Marina-, y fue en el Hospital Militar de Caracas. Él conocía a su hermano menor Oswaldo Vera, y como su mamá estaba hospitalizada allí, fue a visitarla, y en vez de ver a la señora, lo primero que vio fue a Gladys y su belleza”.
En una entrevista a PANORAMA, Vera reconoció que lo más difícil que le tocó enfrentar en la vida no fueron las enfermedades, sino su divorcio (con el primer esposo) y el no poder tener hijos a causa del lupus: “Son cosas que dolieron y en su momento eché mi lagrimita, pero Dios me enseñó que los hijos no son lo único en la vida que da la felicidad. Sino tenerlo a él en el corazón”.
Desde entonces Gladys Vera se convirtió en testimonio de vida para los gaiteros. Jesús Terán Chavín, su gran amigo en el mundo gaitero, cuenta con orgullo que luego de su crisis, aprendió a decir por Gladys Vera: “Soy un hombre nuevo y feliz”.
“Que mi Dios y la Virgen te cubran con su manto mi amor”, era siempre su frase de despedida con sus familiares y amigos –recuerda con nostalgia su amiga Marina-. A veces cuando la llamaba a su casa me decía que iba a hacer su rosario antes de salir y siempre iba a misa”.
“El maestro Juan Belmonte, talentoso saxofonista y director de orquesta escribió para ella La suite gaitera que tituló GladysPerpetuum, una oda a su extenso repertorio como solista –recuerda el cronista gaitero León Magno Montiel-. Se estrenó en el Teatro Bellas Artes el 4 de noviembre de 1994”.
“Luego de eso ella decía que lo único que le faltaba grabar en su vida era ese concierto en CD –contó su hermano Miguel-, así como le hubiera gustado cantar con Ilan Chester, a quien admiraba por las hermosas letras de sus canciones”.
Esa fue una pequeña apertura que pudo avizorar a otros géneros como la balada, porque aunque muchas propuestas tuvo,Gladys solo quiso cantar gaitas y quedarse en su lar.
“Los productores me querían lanzar con un estilo tropical romántico al estilo de Tania, pero dije de una vez que no –contó en una entrevista a PANORAMA en el año 2011-. La gaita es mi vida y me ha ayudado a salir adelante con mi enfermedad. Jamás cantaría otra cosa que no fuera gaita”.
“Quizá por la enfermedad o hasta antes de ella, Gladys era la consentida de todos los gaiteros, en el sentido de que la cuidaban mucho en cada presentación. Y, por supuesto, su mayor cuidador y eterno novio, es su esposo Fernando Calzadilla, militar retirado, que siempre estaba a su lado atento de sus cuidados, con quien vivía en la urbanización El Naranjal”, testifica su amiga Marina, quien agrega que la fe era un punto característico de Vera.
“La forma como se enamoraron siempre la cuenta Fernando –añade Marina-, y fue en el Hospital Militar de Caracas. Él conocía a su hermano menor Oswaldo Vera, y como su mamá estaba hospitalizada allí, fue a visitarla, y en vez de ver a la señora, lo primero que vio fue a Gladys y su belleza”.
En una entrevista a PANORAMA, Vera reconoció que lo más difícil que le tocó enfrentar en la vida no fueron las enfermedades, sino su divorcio (con el primer esposo) y el no poder tener hijos a causa del lupus: “Son cosas que dolieron y en su momento eché mi lagrimita, pero Dios me enseñó que los hijos no son lo único en la vida que da la felicidad. Sino tenerlo a él en el corazón”.
Desde entonces Gladys Vera se convirtió en testimonio de vida para los gaiteros. Jesús Terán Chavín, su gran amigo en el mundo gaitero, cuenta con orgullo que luego de su crisis, aprendió a decir por Gladys Vera: “Soy un hombre nuevo y feliz”.
“Que mi Dios y la Virgen te cubran con su manto mi amor”, era siempre su frase de despedida con sus familiares y amigos –recuerda con nostalgia su amiga Marina-. A veces cuando la llamaba a su casa me decía que iba a hacer su rosario antes de salir y siempre iba a misa”.
“El maestro Juan Belmonte, talentoso saxofonista y director de orquesta escribió para ella La suite gaitera que tituló GladysPerpetuum, una oda a su extenso repertorio como solista –recuerda el cronista gaitero León Magno Montiel-. Se estrenó en el Teatro Bellas Artes el 4 de noviembre de 1994”.
“Luego de eso ella decía que lo único que le faltaba grabar en su vida era ese concierto en CD –contó su hermano Miguel-, así como le hubiera gustado cantar con Ilan Chester, a quien admiraba por las hermosas letras de sus canciones”.
Esa fue una pequeña apertura que pudo avizorar a otros géneros como la balada, porque aunque muchas propuestas tuvo,Gladys solo quiso cantar gaitas y quedarse en su lar.
“Los productores me querían lanzar con un estilo tropical romántico al estilo de Tania, pero dije de una vez que no –contó en una entrevista a PANORAMA en el año 2011-. La gaita es mi vida y me ha ayudado a salir adelante con mi enfermedad al igual que mi fe. Jamás cantaría otra cosa que no fuera gaita”.
Bien profesó la fidelidad a la gaita en vida, y lo rezaba con la “fuente divina” de su canto en Mi orgullo, en la que proclamaba ser gaitera “de sangre y de corazón”.
Fuente: panorama.com.ve